domingo, 5 de abril de 2009

CACHORROS DE LA ERA DIGITAL

CACHORROS DE LA ERA DIGITAL

Manuel Cuéllar

EL PAÍS SEMANAL, nº 1696. Domingo 29 de marzo de 2oo9

Manejan las nuevas tecnologías con más soltura que quienes las inventaron. Son los nativos de un nuevo mundo sin fronteras para la comunicación y la información, pero que esconde peligros que necesitan control.
A las pocas horas de nacer, la cara de Luna, transformada en información digital, ya navegaba por el ciberespacio. La gran mayoría de los amigos de sus padres y de sus familiares pudieron verla al mismo tiempo y sin moverse de los lugares en los que estaban. Ahora, con menos de un año de edad, Luna ya es de pleno derecho una nativa digital. El término fue acuñado por Marc Prensky, experto en enseñanza y educación y fundador de Games2train, una compañía de aprendizaje electrónico. Prensky lo utiliza para definir a los locos bajitos que han nacido ya conectados, los nuevos moradores del planeta de los que prácticamente podría decirse que en su ADN habita un gen que les predispone a entender como medio ambiente natural la tecnología.
Alicia es una niña que está a punto de cumplir los nueve años de edad. Ella ya nació en el país de las maravillas. Su padre posee un buen puesto en una multinacional del sector de las telecomunicaciones, y su madre trabaja en la función pública. Un día, al padre de Alicia le regalaron un miniordenador después de dar una conferencia en Shangai. Al volver a casa le dio el cacharro a la niña sin ofrecerle mayores explicaciones sobre su uso, ni, por supuesto, un manual de instrucciones. Semanas más tarde, la pequeña le estaba preguntando a su progenitor por algo que no entendía de un ordenador que utiliza para pintar, sobre todo, o para ver las fotos que hace con su minicámara digital. La sorpresa del ingeniero fue que la cuestión de Alicia versaba sobre un programa que hasta él desconocía y que estaba instalado en esa computadora que, para rizar más el rizo, funciona con el sistema operativo Linux.
La paradoja creada por Prensky está presente en miles de hogares españoles. Este pensador observa la tecnología y sus usuarios casi en términos de derecho internacional. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son entonces como el nuevo mundo. Los habitantes recién llegados a ese mundo son nativos, y, qué curioso, los que ya lo habitaron desde el principio se convierten en inmigrantes digitales. Y son los inmigrantes digitales los padres de los nativos. Y como en todos los mundos, existen lenguajes. Para los nativos, su idioma materno (incluso antes de nacer) es el de las TIC. Los inmigrantes tienen acento, acentos a veces tan fuertes que chirrían muchísimo a los nativos. Unos ejemplos de fuertes acentos de inmigrantes: tener la necesidad de imprimir un texto para editarlo en lugar de hacerlo en la pantalla. Invitar a un compañero de oficina a ver algo interesante en la pantalla de tu ordenador en lugar de enviarle directamente la dirección URL, y, como dice María Frick, la creadora de un estudio sobre jóvenes y sociedad de la información elaborado para el Instituto de Empresa y Telefónica, uno de los acentos que más divierten a los nativos: realizar una llamada telefónica para preguntarle a alguien si le ha llegado o no un correo electrónico.
A la tesis de Prensky habría que sumarle una serie de datos para completar una ecuación que sitúa la relación de niños y jóvenes con las nuevas tecnologías como una causa de preocupación de la sociedad y motivo de estudio. En España, siete de cada 10 niños de entre 10 y 14 años utilizan habitualmente Internet. El 72,3% de los menores de esas edades son usuarios de la REd, lo que supone un 24,4% más que la población que utiliza Internet entre los 16 y 74 años (47,9%). El 21% de los menores que utilizan Internet lo hacen para asuntos relacionados con sus estudios, mientras que el 51% lo hace para chatear, un 42% para jugar y un 39% para descargar películas y música. En el Reino Unido, uno de cada cuatro niños maneja Internet antes de comenzar la escuela primaria, el 95% de los menores de cinco años que viven en una casa con conexión a la Red escribió un correo electrónico antes de comenzar la escuela, y muchos de ellos envían su primer mensaje de correo electrónico antes de comenzar la educación oficial.
Así, son los nativos los que utilizan, investigan y los que mejor conocen el nuevo mundo, pero son los inmigrantes, los mayores de edad y los que han creado este nuevo planeta que no conocen tan bien los que han de controlarlo y ponerle coto para seguridad de sus cachorros. Paradójico.
Teléfonos portátiles, videoconsolas, PDA y, sobre todas las cosas, Internet. La columna vertebral de las TIC, el matrix de los nativos digitales. O, como ya intuyó el visionario Jorge Luis Borges: Ts' ui Pên, un astrólogo chino había escrito un libro extraordinario: El jardín de senderos que se bifurcan. Ts' ui Pên se había propuesto dos tareas inconcebibles: construir un laberinto infinitamente complejo y escribir una novela interminable. Murió supuestamente sin conseguir ninguna de sus empresas. Pero en ella se escondía un enigma: el libro, es el laberinto, y el laberinto no es espacial, sino temporal. Y el jardín se convierte en la imagen incompleta del universo tal y como lo concebía Ts' ui Pên. Un espacio sin espacio capaz de ofrecer un universo cultural y un intercambio de ideas como no se había visto en la historia de la humanidad, pero también el conducto libre y prácticamente sin reglas preestablecidas para cualquier persona con cualquiera que sean sus intenciones. Una ventana abierta también a mentes instaladas en la inmundicia y las peores pesadillas de las que sea o no capaz de pensar una mente humana.
Entonces, ¿cómo ha de enfrentarse un padre al uso que hacen sus hijos de las nuevas tecnologías? Y, lo que es más importante, ¿cómo ha de enfrentarse un menor a ellas teniendo la capacidad de exprimir lo máximo posible el buen juego de ellas? Cientos de expertos y medios de comunicación han tratado el asunto, y las opiniones son dispares. Un reciente reportaje de The New York Times sacaba a la luz un informe realizado por 49 fiscales de Estados Unidos que llegaban a la conclusión de que la amenaza de posibles predadores sexuales en la Red no constituye un "problema significativo". Según este informe, las redes sociales y el mundo paralelo de Internet se analizan como la sociedad real. "Las redes sociales son más parecidas a las comunidades del mundo real de lo que la gente se cree, en las que se encuentran fundamentalmente buenas personas que están allí por buenas razones".
En cualquier caso, no todo parece ser tan fácil. La página de Internet del FBI cuenta con una sección en la que ofrece una serie de consejos básicos para los menores que accedan a Internet: les previenen para que no den informaciones como sus nombres, dirección, el centro escolar en el que estudian, su número de teléfono o cualquier otra que afecte a su intimidad. También advierten de que no se escriban con personas que les hayan resultado sospechosas y les recuerdan que cualquiera puede presentarse como una amiga de 12 años con cualquier intención.
Los peligros que se esconden detrás de la pantalla de un ordenador y de una conexión al mundo virtual pueden ser muchos. Pero también pueden estar en el menor mismo. La agencia española de protección de datos ha recibido este año la primera denuncia por suplantación de personalidad en una red social, y los expertos comienzan a advertir de las potenciales conductas de los propios menores. Según el estudio citado por NYT, es más preocupante el aumento del acoso cibernético entre iguales, entre menores, que las amenazas que podríamos llamar habituales.
De vuelta a la teoría de Prensky, el experto en tecnología e Internet, Francis Pisani, da un paso más allá: "Los nativos digitales son escribas del nuevo mundo capaces de crear los instrumentos que utilizan. Y cuando no los crean, utilizan de manera particular los que están a su alcance". "Siguiendo a los nativos, uno puede tener una idea de las tendencias de lo que en términos artísticos se suele llamar vanguardias, las que abren no en el primer intento, las puertas del futuro". También lo dice Carmelo Garitaonaindía, coautor del estudio Cómo usan Internet los jóvenes: hábitos, riesgos y control parental: "Durante la infancia y la niñez, los padres son sus símbolos, pero cuando llega la adolescencia, este papel corresponde a los amigos (...). A ellos les gusta interactuar elegir contenidos, poder hablar con sus amigos en cualquier momento (...). Los adolescentes valoran que sus padres se fíen de ello". Pero además, en su trabajo ofrece un dato que puede servirse de metáfora sobre los escondrijos que encuentran lo jóvenes en ese "jardín de senderos que se bifurcan": "Los jóvenes sólo tiene cuatro referencias: Google, Wikipedia, Encarta y El Rincón del Vago. Su sistema se reduce a copiar, pegar y pasar el corrector ortográfico de Word".
O lo que es lo mismo, ya no es suficiente estudiar qué filtro se ha de utilizar con Internet o revisar el historial y hasta la caché del ordenador para ver por dónde navegan nuestros hijos. No es suficiente la preocupación por la posible adicción a la tecnología de los nativos. La siguiente fase es escucharlos. Pedirles que nos lleven de la mano en sus paseos por el nuevo mundo. Ésa es la única forma de saber qué es lo que están pensando cuando les ilumina la cara la luz del monitor en su habitación.